Luces y sombras del caminar sobre la tierra.
El caminar de nuestros pueblos indígenas es paso que resiste celebrando a la tierra, es el caminar que acaricia el polvo con los pies descalzos para no sentir el abandono de las raíces.
Es resistir y exigir en la alegría, en los colores que brincan salpicando las fiestas. Es la resistencia de quien cuenta sus historias para seguir nombrándose.
Es el camino de los incansables que permanece en el tiempo con sus muertos en la guardia. Es camino verde que se sabe abundante de sabores que las manos trabajan.
Luces y sombras de plegarias que se entrecruzan con las miradas que se regalan los santos y sus hijos. En un camino con santos que escuchan y que engalanan las fiestas con su presencia.
Es un camino compartido con el Dios amoroso que entiende del trabajo, de los hijos y de la milpa.
Son pasos que se juntan alrededor del maíz y las flores, encendiendo velas llenas de organización, resistencia y esperanza.
Es camino que retumba la voz en la tierra y en el cielo. Es el caminar de la esperanza con certeza de respuesta.
Es un caminar que respeta la montaña y comprende la lluvia, un andar que reconoce la belleza del silencio.
Son pasos que no tienen miedo a hablar desde el corazón, porque no entienden otra forma de existir.
Es camino donde los pies se alegran bailando para no olvidar, para acariciar a la madre tierra y devolverle sus regalos.
Es caminar que busca alzar una voz en el mundo, que busca nombrarse, permanecer y ser parte, continuar y seguir construyendo.
Es resistir y exigir en la alegría, en los colores que brincan salpicando las fiestas. Es la resistencia de quien cuenta sus historias para seguir nombrándose.
Es el camino de los incansables que permanece en el tiempo con sus muertos en la guardia. Es camino verde que se sabe abundante de sabores que las manos trabajan.
Luces y sombras de plegarias que se entrecruzan con las miradas que se regalan los santos y sus hijos. En un camino con santos que escuchan y que engalanan las fiestas con su presencia.
Es un camino compartido con el Dios amoroso que entiende del trabajo, de los hijos y de la milpa.
Son pasos que se juntan alrededor del maíz y las flores, encendiendo velas llenas de organización, resistencia y esperanza.
Es camino que retumba la voz en la tierra y en el cielo. Es el caminar de la esperanza con certeza de respuesta.
Es un caminar que respeta la montaña y comprende la lluvia, un andar que reconoce la belleza del silencio.
Son pasos que no tienen miedo a hablar desde el corazón, porque no entienden otra forma de existir.
Es camino donde los pies se alegran bailando para no olvidar, para acariciar a la madre tierra y devolverle sus regalos.
Es caminar que busca alzar una voz en el mundo, que busca nombrarse, permanecer y ser parte, continuar y seguir construyendo.
Karla Vásquez
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