jueves, septiembre 14, 2006

El 16 de septiembre

Como es bien sabido, el movimiento de independencia empezó la madrugada del 16 de septiembre de 1810. Y, aunque la celebración de aquel día se cambió durante el Porfiriato a la noche del 15 de septiembre, para hacerla coincidir con el cumpleaños del General Díaz, el motivo de la conmemoración, no tuvo modificación alguna: celebrar el inicio del movimiento. Y por eso es que sale un títere al balcón, año con año. Se tira algunos gallos, grita varios nombres, menea una bandera y toca una campanita.

Sin embargo, el 27 de septiembre de 1821, fecha oficial que se tiene de la consumación del movimiento de independencia, no sucede casi absolutamente nada.

¿Y Luego? Si, como con todo movimiento histórico, se tiene fecha de inicio y de consumación, entonces ¿por qué preparamos toda nuestra parafernalia patriótica sólo para el 15 de septiembre?

Son este tipo “errores históricos”, lo que brinda aceite al mundo, permitiéndonos reinterpretar nuestra realidad, entendiéndola siempre, claro está, no como algo dado, sino como un constructo, algo que, al igual que nosotros, es simplemente, posibilidad. Con esto, no quiero intentar dar una respuesta a mi cuestionamiento, sino aprovecharlo para plantear una idea, para encontrar más lugares en donde anclar esta lucha, que ciertamente, debe ser una que no tenga fin.

Porque es claro que esa independencia nunca ha llegado, y el eco de la voz de aquel cura, que vivía movido por un ideal, ha dejado de rebotar en el tiempo. De él y de sus palabras, sólo nos queda, lo que un Estado débil y pedante, ha robado para fundir en un discurso, en el que yacen también, espíritus de otros hombres y mujeres que hablaban con el corazón en la mano. ¡Vivan los héroes que nos dieron independencia y libertad! Grita esa figura desdibujada que porta una banda de tres colores en el pecho.

¿Independencia? ¿De quién? ¿Del aparato corporativo extranjero que milagrosamente anuncia su profética aparición en nuestra tierra, cobijada por nuestro gobierno, para supuestamente librarnos de la miseria y la ignorancia? ¿Independientes del consumo cultural que es impuesto para mantener los pesos circulando, sin importar lo que esto refleje como construcción social?

¿Hemos conseguido librarnos de una clase política que ve hacia fuera para construir hacia dentro, ignorando lo que el pueblo en verdad desea? ¿Acaso nos hemos librado del yugo de esta oligarquía que subasta y subasta la estafeta de la carrera del poder?

El 16 de septiembre es símbolo de una lucha no concluida. Es una invitación urgente para continuarla, ensayando, haciendo propuestas y organizándonos, para que toda esa energía, finalmente desemboque en la construcción de un nuevo mundo, uno que permita la coexistencia de muchos otros.

¡Es tiempo de abrir los ojos y alzar la voz! Ya estuvo bueno de tanto baile y, como dice Café Tacvba, que no nos dejen bailar por nuestra cuenta.