Los pueblos Indígenas de México; 100 preguntas
http://www.nacionmulticultural.unam.mx/100preguntas/index.html
PARA EL FOMENTO DE LA INTERCULTURALIDAD EN MÉXICO
II Encuentro de los pueblos zapatistas con los pueblos del mundo
COMUNICADO DEL COMITÉ CLANDESTINO REVOLUCIONARIO INDÍGENA-COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL. COMISIÓN SEXTA Y COMISIÓN INTERGALÁCTICA DEL EZLN.
MÉXICO.
JUNIO DEL 2007.
AL PUEBLO DE MÉXICO:
A LOS PUEBLOS DEL MUNDO:
A L@S ADHERENTES A LA ZEXTA INTERNAZIONAL:
A L@S ADHERENTES A LA SEXTA DECLARACIÓN:
COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS:
HERMANOS Y HERMANAS:
SEGUNDO ENCUENTRO DE LOS PUEBLOS ZAPATISTAS
CON LOS PUEBLOS DEL MUNDO.
QUE SE REALIZARÁ EN TERRITORIO ZAPATISTA DEL DÍA 20 AL 28 DE JULIO DEL AÑO DEL 2007, CON LAS SIGUIENTES CARACTERÍSTICAS:
PRIMERO.- TOMANDO EN CUENTA LAS DIFICULTADES QUE LA TEMPORADA DE LLUVIAS PROVOCAN EN ESOS DÍAS EN EL ESTADO DE CHIAPAS, LAS SEDES DEL ENCUENTRO NO SERÁN LOS 5 CARACOLES (COMO SE HABÍA ANUNCIADO ANTES), SINO 3 DE ELLOS (OVENTIK, MORELIA Y LA REALIDAD), EN LOS DÍAS QUE AHORA DETALLAMOS:
DÍA VIERNES 20 DE JULIO: CARACOL DE OVENTIK, ZONA
ALTOS DE CHIAPAS. BIENVENIDA E INAUGURACIÓN.
DÍA SÁBADO 21 DE JULIO: CARACOL DE OVENTIK, ZONA ALTOS DE CHIAPAS. MESAS PLENARIAS CON EXPOSICIONES DE BASES DE APOYO ZAPATISTAS DE LOS MUNICIPIOS AUTÓNOMOS DE LOS ALTOS DE CHIAPAS, Y SESIONES DE PREGUNTAS, OBSERVACIONES Y PROPUESTAS DE LOS ASISTENTES.
DÍA DOMINGO 22 DE JULIO: TRASLADO AL CARACOL DE MORELIA, ZONA TZOTZ CHOJ. BIENVENIDA.
DÍAS LUNES, MARTES Y MIÉRCOLES 23, 24 Y 25 DE JULIO: CARACOL D
E MORELIA, ZONA TZOTZ CHOJ. MESAS PLENARIAS CON EXPOSICIONES DE BASES DE APOYO ZAPATISTAS DE LAS MUNICIPIOS AUTÓNOMOS DE LAS ZONAS TZOTZ CHOJ (CARACOL DE MORELIA), NORTE DE CHIAPAS (CARACOL DE ROBERTO BARRIOS) Y SELVA TZELTAL (CARACOL DE LA GARRUCHA), Y SESIONES DE PREGUNTAS, OBSERVACIONES Y PROPUESTAS DE LOS ASISTENTES.
DÍA JUEVES 26 DE JULIO: TRASLADO AL CARACOL DE LA REALIDAD, ZONA SELVA FRONTERIZA. BIENVENIDA.
DÍA VIERNES 27 DE JULIO: CARACOL DE LA REALIDAD, ZONA SELVA FRONTERIZA. MESAS PLENARIAS CON EXPOSICIONES DE BASES DE APOYO ZA
PATISTAS DE LOS MUNICIPIOS AUTÓNOMOS DE LA ZONA SELVA FRONTERIZA, Y SESIONES DE PREGUNTAS, OBSERVACIONES Y PROPUESTAS DE LOS ASISTENTES.
DÍA SÁBADO 28 DE JULIO: CARACOL DE LA REALIDAD, ZONA SELVA FRONTERIZA. MESA PLENARIA FINAL Y CLAUSURA.
DÍA DOMINGO 29 DE JULIO: REGRESO.
SEGUNDO.- LOS TEMAS DE LAS MESAS PLENARIAS SON:
SALUD.- Exposición a cargo de Promotores de Salud de los pueblos zapatistas.
EDUCACIÓN.- Exposición a cargo de Promotores de Educación.
ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES.- Exposición a cargo de
comisariados y agentes municipales.
TRABAJO COLECTIVO.- Exposición a cargo de colectivos y directivas a nivel local, regional, municipal y de zona.
LA LUCHA DE LA MUJER.-Exposición a cargo de mujeres bases de apoyo sobre sus formas de organización, en los distintos niveles, como mujeres que somos.
AUTONOMÍA.- Exposición a cargo de autoridades autónomas sobre luchas y problemas en las áreas de trabajo, salud, educación, comercio, registro civil, justicia,
proyectos, etcétera.
BUEN GOBIERNO.- Exposición a cargo de
miembros de las Juntas de Buen Gobierno sobre su función en la construcción de la autonomía.
BALANCE DEL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE LA AUTONOMÍA.- Exposición a cargo de miembros de la dirección político-organizativa del EZLN (CCRI) sobre los avances y problemas en 13 años de los municipios autónomos rebeldes zapatistas (MAREZ) y los 4 años de las Juntas de Buen Gobierno (JBG).
TERCERO.- EL MÉTODO DE TRABAJO EN LAS MESAS PLENARIAS SERÁ: EXPOSICIÓN DEL TEMA Y DESPUÉS SESIÓN DE OBSERVACIONES, PREGUNTAS Y RESPUESTAS.
CUARTO.- EN ESTE SEGUNDO ENCUENTRO EL EZLN TENDRÁ COMO INVITAD@S ESPECIALES A COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS DEL MOVIMIENTO DE LOS SIN TIERRA DE BRASIL, DEL MOVIMIENTO CAMPESINO DE COREA, DEL MOVIMIENTO CAMPESINO DE MADAGASCAR, DEL MOVIMIENTO CAMPESINO DE ESTADOS UNIDOS, Y DE OTR@S COMPAS DE LA ORG
ANIZACIÓN “VÍA CAMPESINA” EN EUROPA, ASIA, ÁFRICA Y AMÉRICA. CON ESTA CONSIDERACIÓN, SE DARÁ UN ESPACIO ESPECIAL PARA LA PARTICIPACIÓN DE EST@S COMPAÑER@S.
QUINTO.- LAS INSCRIPCIONES Y ACREDITACIONES SE INICIARÁN, POR INTERNET, EL DÍA 2 DE JULIO DEL 2007 EN LAS SIGUIENTES PÁGINAS Y DIRECCIONES ELECTRÓNICAS:
Páginas electrónicas: www.zeztainternazional.org y enlacezapatista.ezln.org.mx
Correo electrónico: encuentrojulio@ezln.org.mx
LAS ACREDITACIONES SE EXPEDIRÁN A PARTIR DEL DÍA L
UNES 16 DE JULIO DEL 2007 EN SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, EN:
OFICINA DE ENLACE ZAPATISTA: Avenida Ignacio Allende 22-A, Barrio de San Antonio, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Teléfono: (01) 967 6781013
ADEMÁS, EN LOS CARACOLES DONDE SE REALIZARÁN LAS PLENARIAS, HABRÁ UN LUGAR PARA INSCRIBIRSE Y ACREDITARSE.
SEXTO.- SE RECOMIENDA A L@S ASISTENTES QUE LLEVEN LO NECESARIO PARA PERNOCTAR. EN LOS CARACOLES HABRÁ PUESTOS DE COMIDA ECONÓMICA, PERO PUEDEN LLEVAR SUS PROPIOS ALIMENTOS.
INVITAMOS A LAS PERSONAS HONESTAS, NOBLES Y CONSE
CUENTES DE MÉXICO Y DEL MUNDO A QUE ASISTAN.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
CCRI-CGEZLN
Los pueblos indios son la solución, no el problema
Hermann Bellinghausen
La vuelta fue alrededor, a lo largo y adentro. La otra campaña recorrió en 2006 el país lo más completo que se pudo. Que fue bastante. Atravesó todos los estados por sus capitales y por sus cerros, costas, lagos, ríos, presas y lagunas, bosques, barrancas, selvas y desiertos, pueblos chicos, pueblos grandes, orillas de camino, fronteras, minas, comarcas devastadas, bolsas de exilio interior, burdeles, casas particulares, universidades y barrios más pobres y agraviados de lo que las buenas conciencias de las urbes se atreverían a imaginar.
Con escasas excepciones, y en su caso relativas, la Comisión Sexta del EZLN se encontró con prácticamente todos los pueblos indígenas que viven en México. Algunos, los más extendidos, aparecieron varias veces en distintas entidades y condiciones. Los nahuas acogieron a la otra campaña en Guerrero, Jalisco, la Huasteca, el Distrito Federal, Puebla, Michoacán. Los zapotecos, mixtecos y triquis en Oaxaca y más allá: Baja California, Sinaloa, Valle de Anáhuac, sur de Veracruz. En las "regiones de refugio" de pueblos olvidados o negados: pames, pimas, te'enek, huachichiles, caxcanes. En las tierras ancestrales del wixárika, rarámuri, maya, mixe, purhépecha, totonaca com'cac, amuzgo, chontal, popoluca, tzeltal, tzotzil, chol, ñahñú, mazahua, tepehuano, yoreme del Yaqui y del Mayo. Y con los más últimos cucapá, kumiai, kiliwa, kikapú. Salieron a sus paso mazatecos, guarijíos, mames, chinantecos, huaves, tohono od'ham, tojolabales, zoques.
Consejos de ancianos, gobernadores tradicionales, representantes ejidales o de bienes comunales, alcaldes por usos y costumbres, ayuntamientos populares, municipios autónomos, autoridades policiacas comunitarias, organizaciones indígenas de migrantes o productores. Bajo múltiples formalidades, la Comisión Sexta fue recibida en decenas de pueblos del sur, el norte, el centro, las costas y el resto. Y se entrevistó con ellos. Ocasionalmente, el delegado Zero recibió bastones de mando o alguna investidura de honor. Pero los encuentros no eran para eso, sino de trabajo y sí, encuentro. De hablarse y ver acuerdo.
El respeto y la autoridad moral del Ejército Zapatista de Liberación Nacional se pusieron a prueba, como anunciaba la Sexta Declaración de la Selva Lacandona desde 2005. El enviado de los mayas chiapanecos zapatistas encontró hermanos por todas partes. La participación constante del Congreso Nacional Indígena en el recorrido nacional reveló que los pueblos tienen rato de haberse encontrado y estarse hablando. Y que la rebelión, la resistencia y la autonomía zapatista forman parte de las conciencias y los corazones de los pueblos originarios.
Los Acuerdos de San Andrés son bagaje de todos estos pueblos. Los reivindican, los respaldan y, cuando pueden, los aplican como ley. No hay que olvidar que muchos de ellos participaron directamente en los diálogos de San Andrés en 1995 y 1996. Y los que no llegaron entonces, se sumaron pronto o lo siguen haciendo, decididos a que nunca más haya un México sin ellos. Nunca lo ha habido, ni lo habrá mientras México exista.
La comunidad de todos los pueblos es muy amplia. En sus fortalezas y sus problemas. Comparten la permanente amenaza de perder tierras, aguas y territorios, paroxísticamente acelerada por los programas neoliberales de "titulación" de predios vía Procede y Procecom, y también invasiones toleradas por el gobierno, expropiaciones por motivos falsos (vgr: "ecología" es como llaman al turismo extensivo, la bioprospección, los desarrolllos residenciales y la explotación de recursos que son de todos). El vil despojo. También comparten la exigencia de una vida mejor, y la doble identidad: como el pueblo que son y como parte de la Nación.
Un fantasma recorre el México rural, en particular indígena: el del "nuevo" artículo 27 constitucional. Junto con el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, significa una declaración de guerra de exterminio, presuntamente "benigna", contra los pueblos indios. Pues está la tenaza maligna: caciquismo casi indistinguible del narcotráfico, corrupción generalizada de todos los niveles de gobierno que tienen que ver con las comunidades, represión selectiva, militarización, paramilitarización, esterilización forzosa de mujeres con la zanahoria del programa Oportunidades.
El poder les combate sus lenguas y busca desfondar sus culturas. Destruye sus hábitos alimentarios, contamina sus aguas, milpas y cielos. Les quiere arrebatar sus maíces e imponerles a Monsanto. La protección de precios, cargas fiscales y mercados no es para ellos, sino para Wal Mart, Coca Cola, Aguas de Barcelona, Peñoles, Lala, Nestlé, Haliburton, Iberdrola, Telmex. Para los acaparadores de café, pesca, frutas y verduras, leche, carne de vaca y de chivo son todas las licencias y estímulos. Para las maquiladoras esclavizantes.
Los pueblos indios son el primer blanco del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Pentágono. Las políticas "sociales" de los gobiernos se pretenden paralizantes. Y la expansión de los negocios, de preferencia extranjeros, tiene prioridad.
La otra campaña constató tal tendencia a la desigualdad bruta también en ciudades, zonas industriales y regiones no indígenas. En algunos casos ya casi consumada (Cancún, Los Cabos, Huixquilucan). Muchas ciudades capitales ya son tipo americano, o eso creen sus dueños. Dos o tres, como San Luis Potosí, Nuevo Laredo o Torreón, ya empezaron a morir por plomo lento, arsénico y otros venenos industriales.
Pero el recorrido también constató que las resistencias se multiplican por abajo. Y que los pueblos indígenas son los primeros valladares contra el Procede. Tienen "más clara la película", y un apego sagrado al suelo que pisan. La migración los atraviesa como espada, pero ni así abandonan tan fácil la tierra. No es mercancia. No les pertenece, le pertenecen a ella. Como dice la parábola india, "no heredamos la tierra de nuestros antepasados, la tomamos prestada de nuestros hijos". Y debe ser común para hacerla vivir entre todos.
Cuando los "cerebros" salinistas/zedillistas (Arturo Warman, Luis Téllez Kuenzler, Gustavo Iruegas) "decidieron" que la demanda autonómica de los indígenas era una "amenaza de balcanización" del país y "ponía en riesgo la unidad nacional", ocultaban que su meta era, precisamente, facilitar la balcanización de México por el mercado libre y la globalización. No obstante la falacia, el argumento aún determina las políticas económicas y políticas, y ya permeó de manera acentuada las doctrinas militares y de seguridad nacional. Por eso ni Zedillo ni Fox cumplieron su compromiso de honrar los Acuerdos de San Andrés. Y Calderón, bueno, ¿qué cree el lector que hará?
La "amenaza" de la autodeterminación indígena es la opuesta: estorba para una verdadera balcanización, la entrega del país al mejor postor. Los pueblos exigen ante todo, como dijera la comandanta Esther en el Congreso de la Unión en 2001, su derecho a ser mexicanos. Que les pregunten hoy mismo a los huicholes de Tuapurie, los seris de la isla del Tiburón, los otomís de Querétaro y Guanajuato, los mayo de Sinaloa y Sonora, los rarámuri de la Tarahumara, los zapatistas de Chiapas, los totonacas de Veracruz y Puebla, los zapotecos y mixtecos de Oaxaca, Baja California Norte, Coatzacoalcos, Distrito Federal y Los Ángeles. Ellos son quienes más resisten. Insisten en seguir siendo mexicanos, ser reconocidos y respetados como tales.
Las leyes los han traicionado. Esto es, los legisladores de todos los partidos en el Congreso; las secretarías de Reforma Agraria, Agricultura, Medio Ambiente, Educación Pública, Gobernación; la Comisión de Pueblos Indios; las cortes de justicia. Exilio, pobreza o cárcel es la oferta. Los pueblos organizados esperan poco o nada de las instituciones.
Algún día la Nación reconocerá que la principal defensa de la soberanía nacional y el amor a México ha estado todo este tiempo en los pueblos indígenas. Que es falso considerarlos "atrasados" y "reacios al progreso". Su modernidad es original y realista. Saben, como T. S. Elliot, que sin tradición no hay modernidad.
Negar a los pueblos indios es hábito vergonzante de los poderes mexicanos y de una sociedad hegemónica que no se reconoce racista pero lo es, y mucho. Siempre ha representado una estupidez de efecto genocida. Hoy se materializa numéricamente en los censos, y prácticamente en los programas educativos y de salud, la obra pública --aeropuertos, autopistas, hidroeléctricas y proyectos eólicos, urbanizaciones--, la planeación turística. De prevalecer los intentos de exterminio de los pueblos indios, implicarán un suicidio nacional.
En su travesía por (y con) los cerca de 60 pueblos indígenas del país, la otra campaña encontró el núcleo duro de la resistencia nacional. El extraordinario movimiento popular oaxaqueño, y la brutal respuesta que ha recibido la APPO por parte del Estado confirman que el horno no está para bollos. Y que quienes más se oponen con eficacia y sentido a los procedes y las expropiaciones "a la malagüeña", como expresó un campesino mestizo de Linares, Nuevo León, son los pueblos indígenas.
Si uno busca evidencias, Oaxaca no es mal punto de partida. Los pueblos indios practican la democracia (aunque imperfecta: por ejemplo falta mucho en materia de igualdad para las mujeres); lo hacen con nitidez, autenticidad, solidaridad, tolerancia y sentido de la justicia.
Por supuesto que el bombardeo institucional para desmantelar las comunalidades es múltiple: división religiosa o por partidos políticos, malas resoluciones agrarias, clientelismo, paramilitarización, alcoholización, manipulación mediática, ruptura de tejidos agrarios y comunales. Si alguien duda que la desigualdad en México es de las mayores a escala planetaria, baste señalar que para estos pueblos resulta más costoso que para los ricos y las empresas pagar energía eléctrica, impuesto predial, transporte, gestión comercial o atención médica.
1. La defensa de territorios indígenas. En el país ya no hay puertos de pesca, se convirtieron en estacionamiento de yates, una millonada que no sirve a sus dueños sino sólo un par de semanas al año. Ni playas para pescadores, se las tragaron los hoteles. Ni bosques y selvas, sino escenarios artificiales ya contaminados para el distinguido turismo de aventura. Ni pastizales, sino terrenos de golf; ni ríos, sino drenajes abiertos; ni paisajes campesinos, sino parques turísticos; ni paisajes callejeros de antoñonas ciudades, sino disneylandias coloniales. La Conquista neoliberal arrebata tierras como hace 500 años, destruye terruños para construir territorios regalados a cosechadores de divisas.
La tierra en un sentido amplio es el planeta Tierra que Edgar Morin llama la Tierra Patria; los indígenas, la Madre Tierra; Saint-Exupery, la Tierra de los Hombres. En concreto, el terreno con el cual uno toma raíz en ella es una realidad necesariamente colectiva de quienes la trabajan y la garantía de la libertad de quienes la habitan: Tierra y Libertad. Como la calle y la libertad que en ella normalmente circula, no es de nadie, porque es el espacio colectivo de todos los que la animan, en ellas se expresan, gozan o luchan, le dan vida.
El terruño es la patria chica, mi memoria desde la niñez, lo que añoran el migrante y el exiliado, lo que sepulta mis muertos, lo que el Principito llama su rosa con su compañero el zorrito: la materialidad, la vida y la animalidad del hombre y la humanización de la materia, de la vida y del animal hospedados en este terruño. Terruño es inseparable de cariño.
El territorio es el espacio reapropiado por un pueblo, el patrimonio del first people, el pueblo originario que lo ha habitado y modelado en el transcurso de los siglos (acuerdos de San Andrés y Convenio 169 de la OIT), el que alberga la raíz y las ramificaciones actuales de su historia. Tiene y genera soberanía.
Tierra, terreno, terruño y territorio (banamil, osil, y la secuencia lum, jteklum, lumaltik de los tzotziles y tzeltales) y lo que contienen no se venden ni se compran ni se confiscan porque son de los muchos que le deben su existencia colectiva, histórica, cultural, un bien colectivo transgeneracional, la garantía de la existencia futura de quienes los marcaron y los siguen marcando de su sello per secula seculorum. Juntos son una herencia cósmica, un llamado histórico, una memoria activa.
Esto, nos lo recordó la comandanta Kelly en San Cristóbal al salir para la decimoprimera etapa de la otra campaña, el 25 de abril de 2007, identificándola como la Defensa del Territorio: Para los pueblos indígenas, campesinos y rurales, la tierra y el territorio son más que trabajo y alimento: son también cultura, comunidad, historia, ancestros, sueños futuro, vida y madre. Pero desde hace dos siglos el sistema capitalista desruraliza, expulsa a sus campesinos e indígenas, cambia la faz de la Tierra, la deshumaniza.
Metiendo las cosas en su lugar, la flora y la fauna realmente existentes no son obra de la sola naturaleza. Son, para bien o para mal, el fruto circunstancial de un milenario matrimonio entre la naturaleza y la humanidad, es decir, un producto de la historia. Su autor y actor son un sujeto histórico colectivo: los pueblos, cuyos instrumentos han sido sus culturas y su saber global acumulado que, como empieza a reconocerlo la ecología, atinó más que el presunto conocimiento parcial de los científicos.
La naturaleza sola generó el mar, la jungla (la vegetación espontánea del trópico húmedo) y el monte (ídem en tierra fría o templada), las estepas, los desiertos, etcétera. En el transcurso de la historia, el hombre los ha transformado todos en paisajes: los pueblos pescadores o marineros han trazado rutas océanas, construido puertos y diques, escogido y arreglado playas; los mayas han transformado la jungla en selva; los pueblos agrícolas, el monte en una asociación de bosques y parcelas de cultivo; los pueblos de pastores y cazadores hicieron habitables sus estepas al tratarlas como praderas y pampas; los beduinos, al surcar desiertos, hicieron surgir oasis y tendido rutas con sus cruceros.
La naturaleza real opera históricamente desde su longevo matrimonio con el hombre. El hombre humaniza todo lo que toca, lo civiliza y se lo reapropia. La mano del hombre, donde sea y progresivamente, es visible en todo: en las montañas, en el agua, en el suelo, el cielo y el aire, es decir, transforma el planeta tierra en hogar: la tierra de los hombres, a partir del territorio (su reapropiación por un pueblo) colectivamente elegido para que fuera su tierra allí donde, dadas circunstancias evolutivas, era lo mejor porque su sabiduría lo había optimizado en función de sus deseos, sueños y proyecto de vida.
La fauna humana también -no es despreciativo- es huésped de la naturaleza y como tal, autor y actor - hasta de calidad- del devenir ecológico.
2.Otras reservas y reapropiación de territorios. La defensa del territorio se inauguró con la proclamación de dos reservas: en El Mayor, en el norte; en el Huitepec, en el sureste. ¿Qué pretende una reserva? ¿Qué se hace con ella? Se pueden examinar los conceptos, opciones y tipos de manejo que acarrea a partir de las reflexiones anteriores.
Una primera opción, hasta ahora la más difundida, es una medida administrativa (por tanto exógena a quienes las habitaban) que elimina el factor humano de la ecología. Crear una reserva es restaurar la naturaleza, entregándola a expertos de la "conservación". Para que puedan operar se confisca un territorio al pueblo que la ocupaba: para crear en Chiapas la RIBMA (Reserva Integral de la Biosfera de Montes Azules), el gobernador Manuel Velasco Suárez expulsó a los lacandones de su hábitat, concentrándolos en tres nuevos poblados, aunque siguieran siendo los dueños legales de sus 600 mil hectáreas. Treinta años después, otro gobernador, Pablo Salazar Mendiguchía, expulsó a los choles, tzeltales y tzotziles del territorio lacandón (ya reducido a la mitad), cuya administración fue confiada a Conservación Internacional y algunos ambientalistas nacionales que congenian con su fundamentalismo conservacionista; los pueblos indeseables fueron concentrados en tres aldeas estratégicas: en Palenque y en Marqués de Comillas, nuestras reducciones del siglo XXI.
De hecho este conservacionismo es una máscara. Con el mismo discurso ecológico, sus colegas han acabado con el Amazonas en Brasil: el mayor pulmón continental se ha tendido de una red estratégica de autopistas que eliminó la fauna de esta selva convertida en mercancía; cuando se trazó, Ford y Volkswagen se hicieron dueños, cada uno, de 100 mil hectáreas selváticas; el majestuoso río Amazonas en Brasil ya está contaminado a partir de Manaos. En Chiapas quien desembarca del río Lacantún a Montes Azules topa con un gran letrero que anuncia el nuevo color de nuestra selva: Ford Motor Company. Un puente monumental y una carretera pavimentada cruzan el sur de la RIBMA, donde el río Azul se convirtió en chocolatera con riberas pobladas de basura. El discurso conservacionista que se emociona ante la naturaleza es el pasamontañas de Monsanto y otras trasnacionales que prometen bancos de germoplasma, industria transgénica y farmacéutica, biopiratería, o sea, empresas extractivas de riquezas vírgenes de la naturaleza. En los Altos es la misma hipocresía: quienes desafiaron a Zinacantán al promulgar de repente su reserva del Huitepec, en las faldas del pozo artesiano de San Cristóbal, entre sus tres cerros volcánicos de agua (uno de los cuales es el Huitepec), autorizan bancos de arena y grava que convierten en batea babeante de agua nuestro tinaco natural; levantaron un supermercado, un teatro y un "parque" cimentado en humedales, y taponan manantiales bajo la plancha de concreto y de nuevas colonias sin espacio verde, es decir, haciendo imposible la recarga de los mantos freáticos.
La segunda opción es más sutil, se podría calificar de cocacolera. La alusión a esta refresquería viene al caso porque, de hecho, reina sobre las dos reservas creadas por la segunda etapa de la otra campaña: la del Mayor, en el Golfo de California, y la del Huitepec en los Altos de Chiapas. En ambas creó y financia Pronatura, que gestiona reservas forestales en las dos cuencas, en intercambio de lo cual repone con cobertura vegetal eficiente el agua concesionada que surte sus refrescos, le ahorra impuestos por su acción benefactora y tiene voz y voto para la gestión acuífera de estas cuencas, administradas según el clásico balanceo de los ambientalistas: conciliar recursos naturales y superproducción industrial, el imposible matrimonio entre criterios rivales, como diría Wolfgang Sachs. Esta opción no resulta en confiscación y expulsión, es el privilegio vil de un consentido del sistema: el modelo capitalista-empresarial de desarrollo.
La tercera opción es la de la comandanta Kelly. En la vertiente zinacanteca del Huitepec, junto a la Reserva de Pronatura, pero aparte de ella, está la de los zapatistas. Una poderosa esponja vegetal retroalimenta el agua del Huitepec. Dentro de ella, entre espacios tupidos de vegetación espontánea, existen zonas de docta silvicultura: retahílas de robles (árbol que, a diferencia de los pinos, no genera ácido en los suelos, por lo que permite cultivos), de una variedad que acepta la tala sin que desaparezca, propina luz al bosque, y por tanto permite la asimilación clorofiliana de hortalizas o milpas y les ahorra hongos; por su localización forestal, goza de evapotranspiración, es decir, resiste las sequías. De propina regala la leña que todavía necesita la cocina (escandalosamente, pese al gas chiapaneco de Reforma) y, eventualmente, la fabricación y venta de carbón. La variedad de roble escogido hace que, al retoñar, el árbol crezca recto y poderoso (cuando en estado natural, se tuerce en espiral, majestuosamente, pero sin uso posible), lo que ofrece horcones a las casas y hasta buena materia prima a carpinteros. Terminado el periodo escogido de cultivo, los robles siguen desempeñando su papel ecológico, se regenera el tupido tejido vegetal con sus productos espontáneos de consumo corriente entre campesinos: tés, hongos, hierbas medicinales, además de la fauna que hospeda y mejora la dieta.
En la selva Lacandona, antes de que fuera despojada de su producto, primero por las monterías, luego por los chicleros, finalmente por los ganaderos, era lo mismo, como atestiguan todavía espacios poco accesibles a la maquinaria: las caobas y chicozapotes también eran alineados como los robles del Huitepec. Esto no lo hace la naturaleza, sino el saber acumulado de un pueblo, un agente ecológico tan poderoso como la naturaleza. Compatibilizó uso y autorreproducción del bosque, ecología y necesidades básicas con su agrosilvicultura, además de pastoril a veces, por ejemplo sus borregos.
Este criterio corresponde a otra opción y otro concepto de reserva: ni confiscación, ni expulsión, ni máscara, ni otro privilegio que el gozo y el cariño que otorga el territorio: una reapropiación popular y duradera, autosostenible, dicen los ambientalistas, hasta que, ahora, se convierta en blanco de la cancería capitalista en su fase noeoliberal.